A más de 26 años del conflicto armado, Malvinas es una herida abierta.
Hechos como el ocurrido días atrás al periodista y ex combatiente Edgardo Esteban, reflejan la vigencia de la barbarie que dejó esa guerra.
Además de los caídos en las Islas, se suman las noticias de los veteranos, de aquellos que volvieron desamparados y no pudieron soportar convivir en silencio con el dolor en su pecho y decidieron poner fin a sus días. Cifra que ya duplica a las víctimas que dejó el conflicto armado.
La herida está abierta y supura, supura por tanto olvido, por la falta de justicia pero también por la disidencia de los que por distintos motivos adhirieron al pacto de silencio de la posguerra y los que decidieron decir su verdad, como Edgardo Esteban. Verdad que se plasmó primero con un libro y luego con la película "Iluminados por el Fuego".
El disenso es bueno, las opiniones distintas enriquecen y ayudan a reconstruir la historia, pero todo enmarcado siempre en la democracia, esa que tanta sangre costó, por culpa de la dictadura salvaje que dio su manotazo de ahogado con la excusa de la recuperación de las Islas y se vanaglorió de patriota para mantenerse en el poder.
"Todas las miradas son válidas" dijo alguna vez el periodista de Telesur. Pero parece ser que la historia todavía está sucia de odio y de rencores que no conducen para nada a esa búsqueda de dignidad que tanto necesitan los mártires de Malvinas.
Nos solidarizamos con el colega periodista y repudiamos la violencia injustificada.